Ayara Hernández Holz: «Aquí me siento más aliada con el humor que veo en ciertas obras»

Ayara Hernández Holz, uruguaya residente en Berlín, con una larga trayectoria ya a sus espaldas, presenta Retrato de un monstruo el viernes 27 y sábado 28 de octubre, en la Sala Hiroshima de Barcelona, con Felix Marchand y Amaranta Velarde en escena. Retrato de un monstruo se estrenó en el festival Sâlmon< del 2015 y, aunque su origen se remonta a una primera versión cocinada en Uruguay, adoptó su forma actual en una residencia de creación en El Graner, donde contó también con la colaboración de Cris Blanco como ojo externo, una colaboración que también se da a la inversa porque Ayara Hernández fue la ayudante de dirección de Cris Blanco en Bad Translation. Entrevisto a Ayara Hernández en El Graner, donde se aloja estos días con motivo de esta nueva oportunidad que nos ofrece la Sala Hiroshima de recuperar esta interesante pieza. Un Graner, dependiente de El mercat de les flors, que preocupantes rumores aseguran que quizá le queden pocos días como espacio propiciador de las artes en vivo, un espacio que se ha vuelto imprescindible en Barcelona para la creación y el ensayo, por el que en los últimos años han pasado muchos de los creadores que se dedican a estas raras artes y del que no vislumbramos muchas alternativas en el horizonte. Como para recordarlo, en El Graner me encuentro también a Cris Blanco y a El conde de Torrefiel, inmersos en sendos procesos de creación que verán la luz próximamente.

¿De dónde sale Retrato de un monstruo?

Cómo hacer simultáneamente la construcción y la aparición del monstruo, cómo desmontar esa ficción pero, a la vez, que en ese montaje o desmontaje haya una ficción, que pasen estas cosas paralelas, donde el público elige qué ver. Una vez fui al teatro con un niño. Fuimos a ver una obra para niños y había una escena donde había nieve. El niño se fascina con el mecanismo de cómo sale la nieve pero no deja de fascinarse por la nieve. Esta doble mirada de la construcción y de la ficción al mismo tiempo era algo que yo quería hacer.

¿Cómo fue que Felix Marchand y tú llegasteis a colaborar con Amaranta Velarde? Porque vosotros vivís en Berlín y veníais de trabajar en esta pieza en Uruguay.

Surge la invitación en El Graner de retrabajar en esta obra y de trabajar con alguien de acá. La idea original era salirme yo y que entrara una persona nueva. Entonces yo a Amaranta Velarde no la conocía. A Cris Blanco la conocía de un proyecto que hicimos juntas que se llamó Interpolación.

Interpolación fue un proyecto organizado por El Graner que reunió a un grupo de artistas de las dos orillas: españoles y latinoamericanos. De aquellos polvos estos lodos.

Allí nos conocimos Cris y yo y nos quisimos mucho. Yo la invité a hacer una colaboración en una revista que hicimos en Berlín con Irina Müller que se llamó Satz, con el tema de la magia. Yo me quería salir pero quería trabajar con alguien, ese alguien fue Cris. Estábamos buscando también una performer que tuviera cierto físico. La propuesta de Uruguay había sido buscar una fisicalidad propia para ese monstruo que se creaba. Cris me recomendó a Amaranta. Y ahí hubo una serie de coincidencias: dos amigas ya habían trabajado con Amaranta antes.

Le pregunté a Cris Blanco de qué va Retrato de un monstruo y me dijo que iba de misterio, cuerpos extraños y humor.

Tiene razón. La obra va de magia barata, juego de niños, un poco de pornografía, trucos hechos a la vista del público, humor, misterio y también trucos de percepción visual, de creerse algo que no es posible que exista. Hay un juego entre lo barato y una cosa mágica de percepción visual. Y de cuerpos raros. Yo le digo cuerpos sin cuerpos pero cuerpos raros también entra.

Foto del booklet de Retrato de un monstruo, de Karin Porley von Berger

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