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Entrevista sobre Amateur

Presento Gibbons amateur en el Antic Teatre los días 29 y 30 de junio y 1 y 2 de julioGibbons amateur es el primer episodio de Amateur, un proyecto que comenzó en el Espai nyamnyam hace más de un año, se vio en el Teatro Pradillo durante Jaleo y tiene una continuación, Goldberg amateur, que presentaré después del verano. Mi viejo y largo tiempo desaparecido amigo Master, al que he vuelto a reencontrar recientemente, me pidió realizar esta entrevista que publico aquí para hablar en profundidad de Amateur con motivo de estas actuaciones. A Master y a mí, pocas cosas nos gustan más que charlar de lo divino y de lo humano (bueno, sí: la música). Como la conversación fue larga y a nosotros nos gustan las series, hemos decidido publicarla en cuatro entregas, que irán apareciendo en los próximos días. Para los que quieran saber más, os invito a leerla y a acompañarme esos días, a mí y a mi piano, en el Antic.

Te conozco desde hace mucho tiempo, a mí no me sorprende, pero a algunos que te conocen desde hace menos les ha sorprendido bastante verte en la programación del Antic Teatre con una pieza en solitario, como también les sorprendió tu intervención en Jaleo, en el Teatro Pradillo, el año pasado, y, antes, quizá con menos sorpresa (hasta que te vieron ponerte delante de tu propio piano, que trasladaste allí en tu primera intervención), en el Espai Nyamnyam, donde empezaste el proyecto Amateur. No sé si esa gente son los mismos que se sorprendieron cuando comenzaste a publicar Master o cuando los primeros conciertos de Novios. ¿Te sorprende que se sorprendan?

Sí y no. Por una parte este proyecto no se llama Amateur porque sí. Es verdad que, a pesar de llevar cierto tiempo relacionado con el circuito de las artes en vivo (aunque, puestos a poner etiquetas, ya sabes que a mí me molaría más lllamarles raras artes, con el sentido con el que utiliza ese término Andrés Duque en el título de su película Oleg y las raras artes), hasta el momento no me he dedicado a labrarme un nombre y construirme una marca como artista profesional o llámale como quieras. No me he dedicado a trabajarme ningún circuito ni a crear piezas que se adapten a los estándares y buscar bolos, buscar residencias artísticas, becas y ese tipo de cosas que hacen los que, en el circuito, han convertido de esto su profesión, con un enorme esfuerzo, todo sea dicho (porque si no hablamos de ricos herederos es casi una misión imposible).

¿Pero entonces hay estándares en el circuito de las artes en vivo?

Los estándares dentro del circuito de las artes en vivo son laxos pero existen. Y si las artes en vivo podríamos decir que, en esta provincia del Imperio en la que vivimos, están en los márgenes del sistema, seguramente gente como yo nos hemos movido en los márgenes de los márgenes. Que quede claro que ni mucho menos me siento alguien demasiado especial en ese sentido. Hay muchos otros ahí fuera. Podría darte nombres.

¿Quieres decir otros amateurs?

Hace años que le doy vueltas a lo de ser un amateur. Ser amateur mola. Pero ir de amateur, aquí y ahora, en plena decadencia del Capitalismo, se contrapone con ser lo que llaman un profesional. Es decir, para ganar dinero y vivir de esto (o de lo que sea) parece que hay que ser profesional. Y yo, hasta el momento, no he convertido esto en mi profesión.

Bueno, ahora cobrarás por estas actuaciones, ¿no?

Sí, es cierto. En Pradillo lo hice gratis porque entonces se iniciaba una nueva época, con una nueva dirección colectiva y joven, que nos pidió a unos cuantos ayudarles a celebrar ese cambio aunque Pradillo tenía graves problemas económicos heredados de la anterior gestión y por eso no podían pagar más que los gastos de desplazamiento y tal. Y acepté, claro, porque eran amigos a los que quería apoyar en una nueva y difícil etapa, a cambio de que me pagasen el viaje y se encargasen de alquilar un piano. En aquel caso recuerdo que algunos me llamaron esquirol porque Pradillo debía dinero a mucha gente que había actuado allí. Pero fui por amistad a una gente que no tenían nada que ver con esas deudas, por apoyar a los que se iban a tragar el marrón de reflotar la sala, encargarse de conseguir el dinero para pagar las deudas, gente que ahora, un año después, después de darlo todo y quemarse en un tiempo récord, ya no están ni ahí.

Pero ahora, al actuar en el Antic Teatre, ¿podríamos decir que el sistema ya te está absorbiendo?

Claro, claro. En breve mi discurso quedará hecho pedazos. Si quieres seguir escandalizándote como un hipócrita, tipo los que se escandalizan porque Echenique no se había asegurado de que su cuidador pagase la cuota de autónomos y lo comparan con cualquiera de los casos de corrupción de la mafia que nos gobierna, pues te diré que también cobré hace un año, al inicio de todo esto, en el Nyamnyam, lo cual les honra (al Nyamnyam, digo) porque eso sí que es amor al arte, un espacio montado en tu propia casa que, en los últimos años, ha dado más alimento para el alma (y para el cuerpo) que muchos de los espacios institucionales que dilapidan el dinero de los contribuyentes y mantienen en una reserva india rodeada de muros inexpugnables a la gente que realmente está haciendo algo conectado con el presente, algo vivo.

Vale, eres amateur.

Soy amateur, hago esto por placer. Es verdad que un profesional de las artes en vivo es alguien a quien actualmente, en el Estado español (no así en otros lugares), nadie hace mucho caso. Pero, volviendo a lo que me preguntabas al principio, si vas de amateur despreocupado por insertarte en un circuito y encima despistando, porque un día escribes algo, otro publicas unos vídeos y otro te montas un grupo de música con un colega… pues es normal que no salgas en la portada de cultura de La Vanguardia. Bueno, es que no sales ni en eldiario.es (se ríe).

Pero los que se sorprenden es porque te conocen, porque conocen tu faceta profesional dentro del circuito de las artes en vivo, una faceta distinta, la de tu trabajo en Teatron, tu trabajo más periodístico o, como algunos dicen refiriéndose a ti, de agitador cultural.

Ya, bueno, últimamente me han llamado de todo. Las etiquetas dan un poco de alergia. Me cuesta identificarme con ellas. La de agitador cultural, por ejemplo, me da bastante risa. Llevo diez años trabajando en Teatron e incluso algo más publicando artículos en la red. No es lo único que he hecho en estos diez años y, antes de dedicar gran parte de mi tiempo a eso, he hecho otras cosas en mi vida, pero es normal que los que se hayan incorporado en los últimos episodios, la gente que me ha ido leyendo de vez en cuando en Teatron o toda la gente que he conocido trabajando en ese maravilloso proyecto digital, me conozcan más por esa faceta, porque además es una faceta pública. Teatron no tiene tanto público como la CNN pero en el circuito de las artes en vivo no hay muchos más medios para informarse sobre lo que está pasando. Por eso te digo que no me sorprende que esa gente se sorprendan de verme haciendo otras cosas. Sobre todo porque vuelve a ser una faceta pública. En la intimidad cada uno es muchas cosas pero no lo ve nadie.

También es verdad que todo cambia muy rápido y en diez años la gente que continúa en esto y que, por tanto, guarda memoria de lo que aquí pasaba hace más de diez años, son pocos.

Sí, a mí también me lo parece. Y como tampoco hay un archivo donde buscar o una revisión del pasado más inmediato ni nadie publicaba apenas nada sobre esto ni en los medios tradicionales ni en lo que era internet hace más de diez años (que es como hablar de otra era) pues da igual lo que hayas hecho hace más de diez años porque nadie lo recuerda. Todo va muy rápido y la gente vive el presente. Muchos si siquiera se acuerdan de lo que pasó hace cinco años. Pero es que muchos ni siquiera estaban allí, ¿cómo se van a acordar? Por otra parte, y de eso hablo en Amateur, sí que, en cierta medida, me sorprende que la gente se ponga nerviosa cuando haces más de una cosa al mismo tiempo y ya no sepan dónde colocarte.

Supongo que es una herencia de la especialización promovida en los últimos tiempos.

Pero conozco a mucha gente que hace cosas muy diferentes. Me sorprende que sorprenda a estas alturas que alguien no esté especializado y que no haya una única etiqueta para asignarle. Por eso, en Gibbons amateur, reivindico a referentes ilustres que fueron gente polifacética. Como Boris Vian, por ejemplo, que fue escritor, músico de jazz, ingeniero, dramaturgo, periodista, traductor, miembro del Colegio de la Patafísica y zazou, que era una tribu urbana de la época de la Segunda Guerra Mundial. Y seguro que fue más cosas, seguramente. Se le conoce sobre todo como escritor pero no se entendería la figura de Boris Vian sin tener en cuenta todas estas cosas a las que dedicó su tiempo y sus energías. A mí me parece normal, pero hay gente que si haces varias cosas a la vez no saben dónde meterte y se empiezan a poner nerviosos. Bueno, pues que se relajen.

Lee la segunda parte de la entrevista aquí