La realidad de un sábado noche

Hay muchas maneras de enfrentarse a la realidad, tantas como maneras de reaccionar ante ella. El sábado pasado, en el Sâlmon<, pudimos ver unas cuantas formas de abordar el tema.

Kopfkino (a partir de una idea de Mariona Naudin trabajada junto a Mar Medina, María Barrios, María García Vera y Marina Colomina, estas dos últimas acompañando a Mariona Naudin en escena) opta por crear en escena una nueva realidad a partir de las ficciones a las que hemos sido expuestos a lo largo de nuestra vida. Esa realidad la construyen tres intérpretes femeninas que a veces se dirigen al público para contarle pequeñas historias, algunas descaradamente robadas, otras no me atrevería a asegurarlo, que se mueven entre la percepción alterada de la realidad, el esoterismo, la ciencia ficción o, simplemente, una manera de ver el mundo que desafía lo que alguien, seguramente desafortunadamente, ha decidido que es lo normal, porque lo normal muy a menudo suele ser sinónimo de aburrimiento y pobreza de espíritu. Las intérpretes también juegan a reproducir escenas entre ellas con diálogos sacados de otras partes, imagino, porque algunos creo reconocerlos pero no todos. Pero esas escenas les sirven para jugar, para hilvanarlas y corromperlas, para romperlas en pedazos y llevarlas al absurdo, para inventar su propia realidad, en definitiva. Y, por en medio, en esa nueva realidad que nace sobre el escenario, las intérpretes corren, gritan, se caen, se dan de hostias, saltan y bailan, a veces al ritmo de temazos que ellas mismas pinchan desde un teléfono móvil. La realidad que proponen es una realidad absurda, muy poco normal, en la que dan ganas de quedarse a vivir un buen rato. Esa nueva realidad contagia las ganas de vivir. Si no te gusta la realidad que te rodea, invéntatela y sal a bailar. Últimamente pienso bastante en algo que le oí a Toni Hervás en una entrevista en la radio del MACBA. Decía algo así como que lo que más valoraba eran esos momentos de subidón que te ofrece a veces la vida. Pienso en que, si no vienen por sí solos, hay que salir a buscarlos. Ahí fuera o dentro de uno mismo. La realidad será lo que queramos que sea.

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