Caixa sorpresa Grup d’Estudi

El miércoles pasado se inauguró la nueva exposición del Espai Rampa de La Capella: Caixa sorpresa Grup d’Estudi. La exposición está comisariada por el colectivo de artistas y curadoras Grup d’Estudi, antiguas estudiantes de la Escola Massana. El proyecto fue el ganador de la convocatoria Barcelona Producció del año pasado, una convocatoria a partir de la cual se organiza el programa anual de actividades de La Capella.

La exposición es una reflexión crítica (con un humor corrosivo) sobre precisamente este tipo de convocatorias que en los últimos años se han convertido en el modelo imperante en cierto circuito del mundo del arte contemporáneo: el que da trabajo a los artistas no encumbrados, el de la liga regular, no el de la liga de las estrellas, que parece regirse por otros parámetros. Supuestamente, este modelo de convocatorias (en el que hay que rellenar un formulario siempre diferente para describir un proyecto que convenza a un jurado que se rige por unas ciertas bases) parece haberse convertido en el menos malo de los modelos, de la misma manera que la democracia suele definirse como el menos malo de los sistemas políticos. Pero, por lo que sea (existen múltiples y variadas razones), parece ser un modelo que no contenta a nadie menos a los que ganan las convocatorias. E incluso quizá ni a ellos porque unas veces se gana y otras se pierde (y no conocemos a ningún artista, ni comisario, que gane siempre). Teniendo en cuenta que cada vez hay más personas presentándose a convocatorias artísticas y que, por tanto, el porcentaje de ganadores suele ser de, como mucho, un 10%, las convocatorias generan un 90% de artistas frustrados que no consiguen lo que se proponían: simplemente trabajar. Esta exposición quizá no proponga ninguna solución mágica pero pone el dedo en la llaga mediante la estrategia de ridiculizar el sistema de convocatorias poniendo al descubierto sus costuras. Y lo hace jugando a su vez a realizar sendas convocatorias para escoger a cuatro artistas que expondrán en la caja que da nombre a la exposición, una enorme caja diseñada por el colectivo Estructuras 3000, del tipo de las cajas que se utilizan para los regalos, solo que de unas dimensiones monstruosas, y que a su vez se expone en el Espai Rampa. Esa caja se abrirá cuatro veces (del 23 de octubre hasta el 18 de enero) para mostrar en su interior al ganador de cada convocatoria y su exposición. El pasado miércoles se abrió la caja por primera vez ante un numeroso público que abarrotaba la pequeña sala.

La primera de las convocatorias era la que el equipo curatorial llamó la Convocatoria facilísima. Era muy fácil porque solo había que rellenar un formulario con el nombre del artista y su correo electrónico. Nada de dosieres, currículums, enlaces a webs ni entrevistas. ¿Cómo se eligió al ganador, entonces? De una manera absolutamente opaca y arbitraria, sin tener en cuenta ni méritos ni trayectorias ni la bondad o no del proyecto.

Lía Pérez Cruz actuó de maestra de ceremonias en la primera apertura de la caja sorpresa. Micrófono en mano, como si estuviera en un show de televisión o en una animación de hotel para turistas, contó lo que iba a suceder mientras pedía la participación del público, a quien abordaba con su micrófono o a quien pedía que cantase tal o cual canción. El clímax llegó cuando con una polea se levantó la tapa de la caja, diseñada para abrirse en ese momento dejando caer tres de las caras laterales del cubo estrepitosamente. Dentro de la caja se encontraba el ganador, a quien presentaron como David Armengol, el actual director de La Capella. En realidad, la persona que se encontraba dentro de la caja no era David Armengol, quien se encontraba entre el público y a quien pidieron que entrase en la caja también para subrayar lo que estaba sucediendo: se trataba de alguien disfrazado de David Armengol, imitando su peinado, su barba, sus gafas, vistiendo el mismo polo que él y hasta sus mismas zapatillas deportivas. Ya de paso, el director de La Capella (quien recordemos que en su momento tuvo que presentarse también a una convocatoria para acceder a ese cargo) se llevó lo suyo en forma de imitación irreverente. Su sosias leyó un discurso paródico en el que rechazaba el premio por considerar que quizá no fuese lo más ético que el director de una institución ganase una convocatoria para exponer en esa misma institución. Pero la cosa no acabó ahí. Como el David Armengol falso rechazó el premio fueron las comisarias quienes decidieron entregar un cheque de 500€ a dedo, uno de esos cheques enormes que hemos visto por la televisión en algunos concursos (quizá de otros tiempos). Y se lo dieron a sus amigos, cosa que no es del todo extraño ver en el juego de las convocatorias. En este caso, el premio fue a parar a los miembros del colectivo Estructuras 3000, los diseñadores de la caja. A continuación nos invitaron a ver la exposición, que consistía en una serie de papelitos colgados de cuerdas que se desplegaban por la caja en donde estaban escritos los nombres y correos electrónicos de todos los participantes en la convocatoria. Ante el estupor de algunas de las artistas, Ada Fontecilla contestó a un comentario en el Instagram de La Capella recordando que todas las personas que aparecen en la instalación aceptaron las bases de la convocatoria, donde se mencionaba el uso de esa información.

Las siguientes convocatorias, que darán como fruto las siguientes exposiciones, serán el Concurso de tortillas (del 11 al 30 de noviembre), El rumor (del 2 al 21 de diciembre) y La ruleta de la suerte (del 23 de diciembre al 18 de enero).

El Concurso de tortillas se anuncia como una convocatoria en la que el ganador será quien cocine la mejor tortilla. El jurado serán los propios participantes. En este caso el juicio de valor sobre la obra artística es inexistente y el Grup d’Estudi ni siquiera participará en la selección.

El rumor consiste en un proceso más sofisticado. Cada miembro del Grup d’Estudi convocó a una persona en La Capella el dos de octubre a las seis en punto, con la promesa de que esa persona tendría derecho a exponer, siempre y cuando repartiese sus honorarios entre el resto de personas que también tendrán derecho a exponer. Cada una de las personas convocadas tenía derecho a su vez a convocar a otra persona. Según Grup d’Estudi, “con este tipo de cadena de favores reflexionamos sobre los recursos limitados y nos liberamos del control de cuáles y cuántas personas expondrán, al mismo tiempo que tensionamos algunas de las -pretendidas- buenas prácticas, como la horizontalidad y el asamblearismo”.

Por último, La ruleta de la suerte consistirá en una selección aleatoria. En el transcurso de la inauguración de esa exposición “se generará un mecanismo de captación para participar en un sorteo en el que se decidirá la cuarta exposición”. Grup d’Estudi la defiende como la convocatoria más justa porque “parte del principio de que cualquier persona es válida y confía en la capacidad de cualquier persona para aportar valor”.

Vale. ¿Y cómo podríamos superar este modelo de convocatorias para dar paso a un sistema más justo? De momento la respuesta ni está ni se la espera. Como mucho parece que solo podemos imaginar una solución por multiplicación: un amigo artista me dijo hace unos meses que “si existiesen diez centros de arte en Barcelona como La Capella se acabaría el problema, el tema es que no hay trabajo para todos”. Bueno, no es una idea descabellada. El único problema es que implementarla depende de los políticos, gente que no vive en su día a día las consecuencias de dedicarse al trabajo de artista.

Fotografías de Pep Herrero

Publicado en Teatron.

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