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Notas que patinan #31

La semana pasada echaba en falta gente en Teatron que nos contase lo que está pasando en los escenarios. Unos días después discutía sobre la necesidad de que esa narración fuese colectiva y descentralizada. Al día siguiente, el domingo, y en días sucesivos (hasta hoy), Perro Paco la ha vuelto a liar parda en Teatron para dejar prácticamente obsoleta esta discusión. Perro Paco lleva camino de convertirse en el Anonymous de los escenarios. No recuerdo nada igual desde la aparición del Crítico con peluca de Quim Pujol allá por el año 2008 y su explosión en el 2009 durante el Festival LP’09 de La Porta en Barcelona. Lástima que el Crítico con peluca tuvo una vida breve y nadie recogió el testigo, al menos con ese ímpetu. Hasta que este verano llegó Perro Paco. Hay quien dice conocer quién se esconde detrás de Perro Paco. Bueno, eso es como decir que sabes quién es Anonymous. Desde la aparición de Perro Paco cuento ya, como mínimo, ocho voces diferentes escribiendo en ese blog, cada uno con su firma, seudónimos prácticamente todos (sólo ha firmado con su verdadero nombre uno de los invitados a escribir las Cartas a un joven imbécil, Pablo Caruana). Me juego lo que queráis a que ni Perro Paco sabe quiénes son todos los perros y perras que escriben en su blog. Y el número no para de crecer. Me parece que, igual que Anonymous, esta es su fuerza. Narración colectiva, descentralizada y… anónima. Hasta la semana pasada, las discusiones que oía sobre si es lícito o no ejercer la crítica desde el anonimato me llevaban a referentes antiguos, libelos y cosas así. Esta semana lo que me sugiere es algo así como Anonymous, con todas sus connotaciones. No sé si es curioso o es absolutamente lógico que este cambio de modelo haya llevado consigo la explosión de críticas y crónicas sobre lo que ha pasado en los escenarios madrileños durante estos últimos días. Quizá era necesario dejar de firmar para poder hablar con libertad. También es curioso que el fenómeno Perro Paco haya nacido y se alimente exclusivamente (por el momento) de la escena madrileña, tradicionalmente menos inclinada a publicar en Teatron hasta hace poco. Pero el tapón ha explotado con una energía descomunal, puede que proporcional a la represión acumulada. Las visitas de Teatron se han duplicado a raíz de las últimas y jugosas críticas sobre lo último de Angélica Liddell (1 y 2) y Apuntes en sucio de Pradillo (1, 2 y 3), sobre todo. Lo curioso es que ahora que Perro Paco ha pisado el acelerador queda en evidencia lo poco que se publica desde el resto de la geografía teatronera para contarnos lo que está pasando. Perro Paco reclama insistentemente que alguien le cuente lo que vio en el TNT de Terrassa, por ejemplo, pero nadie contesta. ¿Se convertirá Perro Paco en un fenómeno local? Espero que no. Es más, no lo creo. No está de más recordar que la puerta de Perro Paco está abierta a quien quiera publicar en su blog. No será porque Perro Paco no ponga de su parte. En su Twitter hasta escriben en gallego y catalán. Con alguna falta de ortografía menor, de acuerdo, pero se agradece el esfuerzo del perro madrileño, ¿no?

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